Ya hay una razón más para comer verduras como el brócoli o la rúcula: contienen sustancias que fortalecen el sistema inmune, según revela un nuevo estudio publicado en la revista Cell.
En experimentos con ratones, Marc Veldhoen y sus colegas del Instituto Babraham de Cambridge han comprobado que, tras alimentar a roedores sanos con una dieta pobre en estas verduras durente dos a tres semanas, el número de células protectoras del sistema inmune llamadas linfocitos intraepiteliales (IELs por sus siglas en inglés), que están presentes en el estómago y en la piel, se reduce hasta un 80%. Estas células están situadas bajo el epitelio que cubre nuestro cuerpo por fuera y por dentro, y constituyen una importante primera línea defensiva ante posibles agresiones. El número de IELs depende de una proteína conocida con las siglas AhR, cuyos niveles se regulan a través de la dieta por la ingesta de vegetales crucíferos como el brócoli, el berro, la col de Bruselas, la rúcula, el rábano o el repollo.
Cuando el número de linfocitos de este tipo es insuficiente, los animales desarrollan más infecciones, tienen el sistema inmune más activo combatiendo las agresiones y tardan más en reparar los daños que sufren en las paredes del sistema digestivo.